Freitag, 23. Juli 2010

La vagabunda

Para Freia, que se preocupa de esta página

Hoy he vuelto a verla. De hecho, acostumbro a verla cada pocos días, en el momento más impensable. Otras veces simplemente fijo la vista y me la encuentro de pronto. Como adivinando lo irremediable. Aunque suene extraño, a mí me ocurre a menudo. La veo y entonces pienso que quería verla; que hacía tiempo que no la veía -a veces, sólo un par de horas-; que qué bien poder seguir encontrándomela... Hoy, por ejemplo, estaba sentada ella sola en el banco de los borrachos. Fumaba un pequeño cigarro a sorbos, como buscando recomponer a través suyo sus maltrechas fuerzas, o el ánimo intacto que alguna vez tuvo.

Fumaba fingiendo -como siempre- no haberme visto. No debe de gustarle demasiado que yo me la tope cuando está tan sola. Lo entiendo. A mí me molestaría lo mismo.

He decidido retomar esta bitácora para hablaros de esta mujer. No la conozco ni he hablado jamás con ella, pero es fácil encontrársela cuando salgo de casa. Si no la veo, la busco hasta reconocerla, como si la echara de menos. Cuando la veo, me entristece y alegra su encuentro. Es la vagabunda de Shönenberg. Una mujer de mediana edad que parece una vieja. En ocasiones, simplemente una rubia y alcohólica empedernida; la mayoría de las veces, sin embargo, una dama solitaria y coja.


Mi primer premio... ¡Qué ilusión!