Freitag, 23. November 2007

Rescatado del olvido

Esta vez, en lugar de resbalar la mirada por el papel repleto de montañas y supuestos lagos diseminados, con la presencia estelar de alguna que otra mancha, he alzado los ojos de la pantalla del ordenador y me he quedado observando el insondable mapamundi de mi cuarto.

Este pequeño espacio que ahora habito, me he dicho, posee un mapa que, acaso dentro de algunos años, alguien decida contemplar de nuevo para perderse en su inmensidad. Hoy, una noche de noviembre del 2007, me encuentro en el diminuto cuarto de una casa bastante grande, que a su vez pertenece a un barrio multicultural (a decir del propietario, el señor N.H.), de una ciudad cosmopolita (si es que todavía tiene validez dicho concepto), bastante caótica por cierto. Me hallo, pues, en mitad de un país verde y lluvioso, viajero y cordial como pocos.

Sin duda, me gustan sus gentes. En ocasiones, hasta cuelgan mapas vetustos en sus paredes con el empeño secreto de que alguien los rescate del olvido.

Mapamundi

En una de las habitaciones en que suelo trabajar a menudo, cuelga de la pared de la mesa de enfrente un mapamundi inmenso, con infinidad de accidentes geográficos imposibles de determinar. Es probable que a su propietario le sirva para recordar la gran cantidad de países que habrá visitado.

Lo miro con atención un rato. Que esté puesto ahí, tan en medio, me hace pensar que su dueño cree de veras que el mundo es un espacio habitable, menos inhóspito de lo normal. Así, al señor N.H. le bastó este convencimiento para, un buen día, fijar en la rugosa pared de su despacho este mapa cuarteado.

Cuatro chinchetas infalibles dan testimonio de su fe, también infalible.

Mittwoch, 14. November 2007

En casa

Ya sé por qué me gusta tanto vivir aquí. De día, Berlín es más o menos como cualquier otra ciudad: gente yendo y viniendo; ajetreo de luces y coches; un frenesí imparable aunque, también, más diluido.

De noche, en cambio, ya es otra cosa: silencio por todas partes; oscuridad de veras; promesas que cumplir. El encanto mismo de un cuadro de Hopper.

Y, al cabo, esa sensación de irrealidad que sin saber por qué me hace sentir en casa.

Sonntag, 11. November 2007

Escrito sin palabras

Tenía guardado un texto muerto y no me había dado ni cuenta. Estas cosas sólo te ocurren en Blogger, desde luego. Te almacena de pronto misteriosas páginas en blanco como si fueran lapsus de tiempo sin gastar, olvidos de nuestra memoria quebradiza; otras veces, simple descuido. Las ventanas en que aparece el blanco escrito refulgen como pequeñas cápsulas de contenido secreto.

Ante el dilema de si debía o no recuperar esa página fantasmal, he optado por borrarla, suprimiéndola cuanto antes de mi memoria de entradas.

Sin embargo, quise dejar constancia de la fecha de su inesperada consumación: 5 de noviembre del 2007. Descanse en paz.

Mi primer premio... ¡Qué ilusión!