Lugar de veraneo

Bueno, pues aquí tenéis una pequeña muestra de poemillas de cuando servidora estaba a punto de cumplir los 20 años (en realidad, fueron escritos entre los 18 y los 21).

Revolviendo papeles el otro día aparecieron, yo que los creía perdidos, y tan contenta me puse que quise rescatar algunos para vosotros, aunque ya os aviso de que tienen más valor personal que literario. Una selección ésta que, sin embargo, despierta en mí ecos lejanos. Todavía.

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Son paisajes deslumbrantes y puros
los que tú me muestras.
Sensaciones de paz y renovadoras
las que me comunicas, las que transpiro.
Noches encendidas de soles anaranjados,
tardes de flores y pájaros que se acercan
y comen lo que yo.
Mis largos paseos entre nubes y árboles
son tu esencia; ellos mismos mi liberación.
Polvo mojado cubierto de hojas secas
y mi escoba, mientras, las amontona
como queriendo mantenerte siempre vivo.
Presientes mis estados de ánimo
y me conoces
porque sólo a ti me entrego sin pensar.
Llueves sobre mi casa
y a veces me envías tu tormenta delatadora
y desahogante al mismo tiempo.
Soplas los árboles y retornas
a tu empeño de dejar caer tus hojas secas
sobre mi suelo húmedo.
Me destapas.
Conocedora de tu propósito,
salgo entonces, sin escoba, a tragar tus calles
pavimentadas bajo mis pies, ansiosos de ti,

y te recorro.

(Sin querer reconocerlo,
te confieso que supones
una renuncia todavía tierna.
Tengo la esperanza de que otro verano
lloverás sin descanso.)
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31/8/90