Donnerstag, 29. Mai 2008

La palabra

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No sofocar la palabra latente, no ahogarla.
Gritar a la vida el sentimiento
que nos inunda el alma,
aunque nos desgarremos la boca con el esfuerzo,
aunque por dentro nos lloren los ojos.
No sucumbir al falso placer
para alcanzar -así- al verdadero,
al placer puro que perdura allá
en lo profundo y recóndito, en lo casi irreal.
No asesinarla o ni siquiera dejarla nacer:
la palabra necesita ser dicha
cuando se busca la realidad esclarecida,
la verdad que tenemos tan sólo dibujada
sin colores en el seso de nuestra intuición.
Y al hablar, desnudar el nudo de silencio
que sofoca el entendimiento
y expresar, siendo al fin sinceros.


25/6/93

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Mi primer premio... ¡Qué ilusión!